sábado, 2 de enero de 2010

Un instante


Te presto mi juventud un segundo pero sólo si me la devuelves. Te la presto si borras en ella el cinismo y la decrepitud, la melancolía, la impotencia, la rabia, la insuficiencia. Te la presto si tu aliento vuelve a iluminar los rayos del sol, si el viento amaina y deja de soplar con rudeza, si en los pastos vuelve a crecer la hierba, si la hierba vuelve a alimentar a los animales, si los hombres vuelven a mirar hacia el cielo y dejan a la tierra en paz.

Segundos no me sobran y aun así me permito prestártelos. Utilízalos si los necesitas y falta te hacen. Si dejas de vigilar el orbe y afrontas realmente aquello que denunciaste. Si haces memoria y recoges la siembra del recuerdo, que enterraste al cruzar aquella puerta. Te permito ese instante para que seas consciente de lo que fuiste y podrías haber sido. Me dirijo a ti para que retires aquel adiós y cumplas tus promesas. Para que tus palabras no terminen en el fondo del océano, víctimas de la corriente, desamparadas.

Recapitulo en esta batalla contra el tiempo, para que seas lo que prometiste ser. Me entrego a mis enemigos, pero sólo si eres justo y juras devolverme lo que me pertenece. Sino continuaré luchando, lleno de cicatrices, sin embargo vivo y con fuerzas para seguir estándolo.

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