domingo, 17 de enero de 2010

Gotas de agua


Observé el tibio reflejo de tu semblante en aquella gota. Caía, y luego caía otra. Ya no eras tú. Pero volvía a verte de nuevo. Distinta de la que aquellos impíos ojos míos vieron antes. Vagaban imágenes por el trasfondo de mi memoria. Habías cambiado, yo había cambiado también. Se distorsionaba el recuerdo que en mí habitaba, cambiaban mis sentimientos hacia ti. La vida nos había pasado factura y mis lágrimas chocaban con las gotas de agua junto al vaso. Cada vez más lejos del recipiente que nos contenía, cada vez más lejos de mis labios. Lanzaba plegarias al cielo. Nacía en mí un efusivo y enérgico impulso de intentar recuperarte, de volver a tenerte junto a mí, de luchar contra el tiempo, de vencer a la muerte. Quería distinguirte en la inmensidad de aquel torrente, quería controlar el cauce de aquel desbordado río. Te veía y no eras tú. Me desvanecía en medio de aquel sufrimiento, y tú mientras me mirabas... La crueldad del destino se había apoderado de nosotros y manipulaba nuestros sentidos. Me hablabas y ya no te creía. Me amabas y ya no te quería. Estabas tan lejos, y yo tan cerca...

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