martes, 12 de enero de 2010
Manifestaciones alimenticias
Como es común en nuestros días hacer gala de la más absoluta extroversión, que no despótica, al menos por mi parte, declararé mi apoyo a dos manifiestos que veo importantes.
1. El manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en internet.
2. El manifiesto en defensa de la libertad de decidir qué alimento tomar.
El primero es bien conocido por la mayoría y no entraré en detalles. El segundo se me acaba de ocurrir y como en la red todo vale, al menos en cuanto a supresión de la intimidad y del espacio privado se refiere, pues me animo a declararme en favor de la libertad de poder decidir qué alimento tomar. Evidentemente demasiadas cosas deberían de pasar para que se cumpliese este postulado. Primero que personas que ni siquiera pueden comer algo y que mueren de inanición pudiesen tener acceso a distintas variedades de alimentos. Y segundo, que personas que siguen los más estrictos dogmas nacidos de su religión, dejasen de lado sus creencias, para disfrutar del placer prohibido en forma de bocadillo de jamón, leche recién ordeñada o de filete de ternera sacrificado mirando a Pamplona y ampliasen si bien no se consiguiese de esa forma sus horizontes culturales, al menos sus horizontes gastronómicos. Como no voy a ser menos, me voy a amparar en una frase de un texto religioso, para fundamentar mi manifiesto en algo más que en el placer de comer - que no es poco, ojo -
"Infundiréis temor y pavor a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que repta por el suelo, y a todos los peces del mar; vuestros son. Todo lo que se mueve y tiene vida os servirá de alimento: todo os lo doy, lo mismo que os di la hierba verde" (G n. 9,2-3).
Por cierto, olvido incluir una cláusula, y es que el consumo del alimento en cuestión se haga respetando la materia prima, evitando en la medida de lo posible los productos químicos que alteren el verdadero sabor del mismo y por último tratando de garantizar la continuidad de las especies vegetales o animales (desde luego no a partir de la sobreexplotación abusiva del medio). Así pues, saludos y buen provecho a aquellos que secunden mi manifiesto.
PD: No hay nada mejor que una comida para limar asperezas, y si los comensales se respetan unos a los otros y no juegan con ella, resulta sencillo entenderse. Falta un buen licor que todos estén dispuestos a probar.
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