domingo, 24 de enero de 2010
Ocaso
Duermo de día y muero de noche. Lo sé porque sólo vivo en mis sueños y es entonces cuando me veo infinito ante tus ojos. Sin embargo soy noctámbulo y la oscuridad cubre mis ilusiones. Guardián de la Luna reniego tristemente de su brillo. Demás estrellas me vigilan y sin querer les doy la espalda. La verdad que podría verlas, pero me lo impiden otras, que ya vi hace tiempo y que me fueron advirtiendo. Hoy ya es tarde y la vieja Luna y yo nos conocemos demasiado. Tantos pasajes de batallas entre cielos y estrellas, entre fuegos y espadas y olas de mares en playas.
Nunca me ha querido, y en el ocaso de nuestra existencia, demasiado herido ya, quiero terminar de sucumbir ante el poder de su sombra, aunque en el fondo diga en voz baja que anhelo seguir durmiendo aunque mañana no amanezca.
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