Trazo sobre mi cuaderno unas líneas horizontales, diagonales. En ocasiones toman el aspecto de una curva esos garabatos con que voy llenando la hoja. Se unen a otros y el conjunto resulta agradable a la vista. Una especie de armonía acompaña a los signos en su particular baile. Algunos se repiten constantemente, deben ser necesarios pues, me digo a mí mismo.
Jamás había visto algo parecido. Deben de querer decir algo... ¿Qué querrán decir? Me contradigo. Apostaría a que quiero darles algún sentido. Me invade una angustia tremenda y no puedo respirar. Me ahogo. Me falta el aire, sin embargo sigo embobado con esos jeroglíficos. ¿Qué he dibujado? Parece una especie de rompecabezas, pero me veo incapaz de resolverlo. ¿Cómo? Pero lo había escrito yo... Deben ser letras, letras que forman palabras, lenguajes, que quieren decir cosas. Bien, no recuerdo lo que quería decir. Y acaso no hablaba conmigo, quizás trataba de comunicarme con alguien, querría transmitirle alguna idea generada en el seno de mi cabeza. Ahora estoy perdiendo la cabeza y ni si quiera sé si trataba de contar algo. Ya recuerdo, no. Esas letras no tenían destinatario. Tampoco remitente, no eran mías pues. Tampoco querían decir nada. Simplemente las había visto en algún sitio y trataba de copiarlas. No estaba escribiendo realmente, no esta vez. Ahora dibujaba, transcribía símbolos aprendidos durante mi infancia. ¿Quién los inventaría? No creo que siempre existieran. Seguro que el que lo hizo querría decir algo... Ahora que lo digo me resultan bastante familiares.
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