miércoles, 25 de noviembre de 2009

La muerte: acto II 2º parte



Pastillas, parches, morfina, un vaso de agua medio vacío. Las gafas en la mesita, no hay nada que ver. Después, unas pálidas cortinas frenando el avance de un menguante rayo de luz que ya no habrá de iluminar nada más en esta vida. Máquinas, personas, cronómetros. Un viejo cabezal destinado a quedar huérfano, una colcha que pronto se quitará el peso de la vida. Gritos cada minuto, imploran algunos, rezan otros que nunca lo han hecho. Ley de vida apunta la más suspicaz. Algunos fingen sonrisas. De pronto todos creemos conocer la suerte de nuestros destinos. Llenan el vaso, se consuelan los tontos.

Un leve estertor sustituye a los gemidos. No hay señas de sufrimiento, han sido devoradas por este. Los pulmones intactos, la agonía recrudece la atmósfera. Es el fin. Amaina poco a poco el sonido, nos hacemos cómplices de ese inevitable pasaje tantas veces relatado. Algunos creen conocerlo demasiado bien, se resignan, hacen ruidos con la boca. Otros no lo conocen, sus ojos enrojecen, les invade una impotencia nunca vista: el mundo no es como pensaban.

Suenan las teclas del órgano, distinta música, pero el mismo desenlace, el silencio. Poco durará... Suenan las campanas, el corazón de las ciudades dicen algunos. Despiden a otro tipo de entrañas, con distintas vísceras, distinta coraza. Dejará de palpitar, rojo como la sangre que dejará de correr y no coagulará esta vez mas no hará falta, ya se habrá teñido de un nuevo color, más real, más oscuro.

2 comentarios:

kristian gambetta dijo...

Interesante Iborra me ah gusta vastante.

david S.L dijo...

los bares an cerrado ya no ay copas