miércoles, 17 de diciembre de 2008

Reinventando sabores


La gastronomía española ha sufrido en los últimos años una transformación increíble, ya no solo en su contenido, sino también en la estampa que ofrece. Ha dejado atrás los tópicos impuestos en los años 60 por los turistas que venían y siguen viniendo a veranear de forma económica para constituirse como una cocina de primer orden mundial.
Gracias a cocineros como Arzak, Santamaría, Berasategui o Ferran Adrià ha alcanzado unas dimensiones que poco tienen que ver con aquella gastronomía española basada en la tortilla de patata, la paella y el jamón. El propio New York Times reconocía en 2003 su supremacía a nivel mundial desbancando de esta forma a una cocina francesa que llevaba dominando como mínimo desde tiempos de Varenne.
Esta evolución está ayudando a conocer globalmente y en mayor medida la riqueza gastronómica que posee un país en el que conviven tantas culturas y tradiciones.
La innovación presente en esta generación de cocineros ha sabido encontrar en nuestras tradiciones culinarias, la fuente de inspiración necesaria para elaborar los guisos de la gastronomía del mañana. Lejos del elitismo de la cocina francesa, la española ha sabido apreciar de igual modo todos los alimentos, sin distinciones, eliminando los prejuicios existentes en el mantel galo. De este modo cocineros como Ferran Adrià anteponen sin lugar a dudas una buena merluza a una mala langosta.
Los ingredientes de la nueva cocina española no se han de buscar en establecimientos delicatessen, sino en el mercado de nuestro barrio, y en la imaginación de cada uno.

Todo esto supone un resurgimiento de las raíces gastronómicas de nuestra tierra, pero no hemos de olvidar que este contexto ha de ayudarnos a fortalecer nuestra cocina, dotándola de unos valores correctos con miras a un futuro mejor.

Arzak o Ferran Adrià no son visionarios ni magos, son simplemente cocineros. El futuro de nuestra cocina está en aprender de sus recetas, y de la verdadera esencia de estas.

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