martes, 15 de septiembre de 2009

Creencias paralelas

Célebre es la frase de Ortega y Gasset que dice: Yo soy yo y mis circunstancias. Y es que basta razón tenía el ilustre filósofo madrileño. No soy lo que soñé, ni lo que quise soñar. Soy aquello que fui, aquello que viví, aquello que logré ser y me dejaron ser. Tras la muerte de una persona no queda aquello que merodeaba por su cabeza: sus sueños y deseos, sino que quedan las huellas, los pasos. El soldado al jubilarse vive de sus hazañas, de sus galones, galardones y medallas, pero su bravura, odio y valentía no fundamentarán su experiencia y sus vivencias. Todo quedará en el olvido. Probablemente el desgaste de la memoria hará también borrar los recuerdos de lo vivido, pero sus efectos, serán imborrables, pues irán inherentes en la propia personalidad del yo como sujeto. Aquello que quisimos ser pero no intentamos ser inevitablemente se convertirá en un fracaso, en una pequeña quemadura que aún no habiendo llegado a ser una herida en sí misma implicará una carga, pese a que no fue un error fruto de la experiencia y de nuestra realidad. El arrepentimiento de no habernos enfrentado a la vida de una determinada manera implicará un hecho. Quizás no un hecho visible para las demás personas, pero sí para nuestro interior y que tendrá sus efectos sobre nuestro camino mundanal, aunque desde otro prisma, desde otra realidad. Una realidad paralela que afectará a la material y en la que vivimos, pero que de alguna forma no podrá incluirse en nuestro curriculum. ¿De qué sirve pensar en lo buen escritor que era uno, cuando nunca llego a escribir una sola frase? Vale la pena arriesgarse, pues poco podemos perder.

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