miércoles, 29 de julio de 2009
Sueños y errores
¿Qué son los sueños sino la esperanza de tiempos mejores? La necesidad de aciertos tras innumerables fallos, de amplios valles tras kilómetros de cordilleras. Un sueño es un oasis en un desierto, o una isla en un océano. Es lo que activa tus músculos para dar un paso adelante, es lo que te ayuda a levantarte cada mañana. Los sueños alimentan nuestra alma. Nuestros errores sin embargo van desgastándola poco a poco. Estos nos hacen sentir menos capacitados ante las vicisitudes a las que habrá de enfrentarse nuestro destino y van generando una carga muy difícil de soportar. Van acrecentando la invalidez de nuestra persona y a raíz de ella nuestra concepción de lo humano y del deber ser. Es natural sentir las huellas de nuestros actos pues no tener presente nuestra propia responsabilidad sería olvidar nuestra existencia como algo tangible. Sería olvidar nuestra composición, y la de la especie a la que pertenecemos. El corazón humano es lo suficientemente poderoso como para encerrar el mundo entero. Es lo bastante fuerte para resistir tropiezos después de subidas, y es valioso para resistir el peso de los acontecimientos, y pese a sus desdichas se muestra incapaz de soltarse a esa fuente de sus miserias, y se aferra a ella como un náufrago a una estaca en medio del mar. El hombre carece de valor, y es la permanente creencia en poder alcanzar sus sueños lo que le da fuerzas para esconder en el fondo de sus recuerdos los fallos cometidos, aún cuando estos duelan de un modo similar al del contacto del hierro fundido sobre la piel. Soñar y errar son elementos básicos de la existencia humana y ambos determinarán nuestros caminos. Son circunstancias que moldean la entereza con que nos enfrentamos a nuevos retos, pero son ambos necesarios para olvidar que somos únicos e irrepetibles entre muchos otros. No somos dioses ni ceniza, sino simples personas.
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