lunes, 3 de mayo de 2010
Entre el cielo y la tierra
Recojo los frutos de un árbol podrido, mientras me deslizo por las líneas del infinito. Reniego de los astros celestiales, mientras observo mi rostro en el agua.
Hurgo en las huellas de la inmensidad tras despojarme de mi condición humana.
Me cruzo con unicornios y dragones. Creen abatirme, siendo yo vencido en cientos de batallas. Pero no abdicaré. Desde lo alto de la montaña grito con ímpetu a mis enemigos. Aun al borde del abismo me siento más fuerte que nunca. Algún día regresaré a la tierra que una vez me vio vivir.
Hoy afilo las lanzas, empuño más fuerte la espada. Resuenan vitores de guerra. Más allá, los ecos de mi voz.
Impregna de verde el ambiente un fragante aroma.
Pronto se difumina entre el hedor de las sombras terrenales. Aún no es tiempo de marchar a los Campos Elíseos.
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1 comentario:
¡Por fin buenas noticias!
Señor Iborra, texto sublime.
Espero que hayas superado la crisis creativa.
un saludo!
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