sábado, 6 de marzo de 2010

Un día más


Sobre la mesa un bote de tinta vacío. Dejo la pluma aparcada junto a los deshabitados márgenes de la hoja. Inmaculada como el nácar, blanca como la nieve da cobijo a mi inútil instrumento. Lo coloco en horizontal. Invitando a la pluma a trazar una letra de un momento a otro, esperando estrenar el folio, empezar un nuevo vals, pero no queda tinta en el tintero. Me asomo a la ventana y es de día, apago la luz que iluminaba mi cuarto mientras era de noche. Miro al Sol y la pluma sigue quieta. Siento una suave brisa en mi cara, escucho el ruido que hacen las palomas al marchar del alféizar de mi ventana, tras haber buscado cobijo en él durante la noche. A veces su angustioso llanto me molesta, hoy el mismo arrullo me ayuda a pensar. Sigo vivo y el tiempo pasa. El folio sigue vacío, y ha pasado otro día más.

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