martes, 19 de mayo de 2009

Aborto: Sí o No



Con motivo del reciente anteproyecto de ley sobre el aborto presentado al parlamento expondré mi posición acerca del tema.

Los tiempos cambian y con ellos la forma de pensar y de actuar de las personas.
La nueva ley del aborto vuelve a abrir aquel viejo debate sobre el aborto si o aborto no que teóricamente fue cerrado en 1985 pero cuyas heridas todavía se encuentran lejos de haber sanado. Independientemente de las circunstancias que han llevado al gobierno a presentar esta ley (hacer que la gente se posicione ideológicamente ante una cuestión de este índole y encubrir su nefasta gestión de la crisis que está asolando a nuestro país) y de la escasa demanda social que esta ley tenga, lo cierto es que la ley de 1985 está más que caducada y la exigencia de una nueva ley es algo imperativo.

¿Pero es esta la ley que hemos de aceptar como solución a un tema tan delicado como el aborto?
Evidentemente no.

Una ley nueva es necesaria porque la ley anterior discrimina a la mujer. Las discrimina en el sentido de que aquellas mujeres que tienen capacidad económica de pagarse un viaje al extranjero y practicarse un aborto lo hacen (debido a la inexistencia de una regulación a nivel internacional). También es necesario entender la coyuntura actual, y es que hoy día el número de mujeres solteras que se quedan embarazadas es mucho mayor, y quedan expuestas a la presión de familiares, novio, ideologías... sin contar con ningún mecanismo que las ampare. De esta forma entiendo que la antigua ley se muestra como machista, desigual y no se enfrenta a la realidad que vivimos.

La nueva ley ya no solo falla en la forma (busca ser un bálsamo frente a la no-gestión de la crisis), sino también en el fondo.

Al margen de aquellas personas que consideran el aborto algo natural, históricamente legitimado, opcional y válido, entiendo que la mayor parte de la sociedad vemos el aborto como algo repulsivo y traumático. No es nada agradable ver un feto reducido a trocitos como se puede observar en cualquiera de las campañas contra el aborto.

Pero pese a lo indeseable del aborto, pues es la interrupción de un embarazo natural, es válido en el sentido de que protege el derecho de la mujer a elegir.
Y ciñéndonos a nuestro Código Penal, prevalece el bien jurídico de la mujer embarazada a elegir a aquel que protege al feto y la vida en formación.
La legislación siempre ha otorgado superioridad a la decisión de la mujer a elegir y es por ese derecho por el que el aborto en distintos supuestos está legalizado en nuestro país.

Sin embargo el fondo de la cuestión al que antes me he referido es el que a mi modo de ver impregna esta ley. Y es que si bien reconocemos como ejemplos a seguir países como Holanda en los que la formación y la educación sexual hace que el número de abortos sea bajísimo, ¿Cómo hemos de apoyar una ley que aunque reduzca las desigualdades frente al aborto, fomenta la practica de este?

El aborto es una opción, pero debe ser la última de las opciones. La ley actual otorga a las mujeres y especialmente a las menores de 18 años (hasta 16 años), unos derechos que no se corresponden con el grado de madurez y de educación sexual que tienen.

La mayor parte de los embarazos en nuestro país (97%) se dan por la falta de prevención y del escaso uso de los métodos anticonceptivos. ¿Cómo hemos de permitir precisamente una ley que fomenta la curación y no la prevención, cuando el número de abortos que se dan cada año avala la escasa educación sexual de las españolas? Esta nueva ley no va a reducir el número de abortos, ni va a mejorar la conciencia de las españolas acerca de su sexualidad. Más bien va a derivar en un mayor número de embarazos, de abortos y en la continuación de la arbitrariedad de las españolas en referencia a su sexualidad.

Esta ley convierte el aborto en una opción y no en una obligación, que es lo que debe ser. El aborto se constituye como la última opción de la mujer a no tener un hijo, pues es costoso y traumático. La solución pasa por la igualdad de las mujeres frente al aborto, pero no hemos de empezar la casa por el tejado. Lo primero es el preservativo, lo segundo la píldora del día después, lo tercero la píldora abortiva, y el último recurso el aborto. No hemos de entender que existe una gama de opciones y que dependiendo del día pueda una mujer decidirse por una u otra. La mujer ha de ir agotando opciones hasta que no le quede otra que abortar. Será entonces cuando el aborto sea minoritario, porque las mujeres tendrán una mayor conciencia, el número de mujeres con trastornos posteriores al aborto será menor, y el debate no será tal, porque estaremos hablando de una excepción.

Ese debe ser el fondo de la cuestión, el de prevenir y no el de curar.

1 comentario:

Alicia. dijo...

En una sociedad donde lo que no se quiere, se mata.