martes, 20 de enero de 2009
Adiós muy buenas
La imagen habla por sí misma. Un presidente ex-alcohólico que ha dejado un bagaje desolador. Dos guerras, cárceles ilegales que han violado reiterativamente los derechos humanos y la peor crisis económica de la historia. Gracias por sus servicios George W, pero yo no brindaré por Ud. Espero que su predecesor lo haga mejor.
domingo, 4 de enero de 2009
2009: ¿El inicio de una nueva época?
Si por algo se caracterizará el año 2008 será por el inicio del fin del neoliberalismo.
Pese a que las medidas que se han tomado frente a la crisis tratan de forma contradictoria de renovar el sistema, lo cierto es que este ha quedado totalmente desacreditado.
Con la reciente crisis ha quedado de sobra demostrado que un sistema de mercado no puede funcionar de forma arbitraria, en el que decisiones individuales, y casi siempre guiadas por intereses individuales, puedan tener una repercusión tan grande sobre los demás partícipes de este mercado ya global. Observamos como el intervencionismo de los distintos Estados, en vistas a regular su mercado, y un mercado global -cada vez más dificil de controlar-, es necesario, tal y como ya constató hace casi un siglo John Maynard Keynes. Sin embargo hemos vuelto a caer en el mismo error o en la misma fantasía de que las empresas son capaces de guiar nuestro rumbo en la historia. Sin embargo los cuentos de hadas no existen en nuestra realidad, siendo las empresas verdaderos monstruos capaces de crear y eliminar empleo con una facilidad increible, igual que los bancos, que con inversiones en ocasiones aparentemente fiables, pueden hacernos perder los ahorros de toda una vida. El mercado es creación del hombre, y como tal es imperfecto.
El sistema actual guiado por directivos, que únicamente han de rendir cuentas de sus acciones a sus bolsillos, es ineficaz, e incapaz de asegurarnos un futuro sostenido, a partir de un empleo estable y la garantía de unos ahorros recuperables. Incluso con la actual crisis puede quedar amenazado nuestra única esperanza, un Estado del bienestar que nos garantice unos derechos básicos.
Pero la realidad no invita al optimismo. El neoliberalismo sigue implantado en nuestros sistemas, siendo este el telón de fondo de la lucha contra la crisis. Existen normativas en la Unión Europea que regulan el intervencionismo del Estado en la economía en épocas de recesión. En este contexto parece que habremos de continuar confiando en un desacreditado mercado para la superación de la actual crisis.
Pese a que el fin del neoliberalismo no parece ser algo visible a nuestros ojos, hemos de confiar en ello - al menos si nos preocupamos por nuestro futuro - .
La crisis global que estamos sufriendo demuestra la necesidad de constituir organismos de carácter mundial, que sean efectivos en el control de la economía y de los problemas que nos afectan a todos. Organismos como la ONU, el FMI, el BM deben ser reformados para que sirvan a los intereses de todos los representados, y no solo de un par de actores. Su total democratización forma parte de una de esas medidas. Con una democratización real, los intereses de todos serán los que aparezcan en sus planes, y no una especie de plan de acción dirigido por unos pocos, y con el que el resto del mundo hemos de estar de acuerdo.
Por otra parte, el creciente escepticismo con respecto al sistema, y la más que probable decepción de la gente con respecto a Obama, unido al creciente desempleo, especialmente en una juventud con un desconocimiento total de su futuro puede que deriven en una vuelta de los movimientos revolucionarios, de cambio social, siendo el anarquismo uno de los movimientos que más miembros parece ser que añadirá a sus filas. Lo cierto es que 20 años después de la caída del muro de Berlín, parece ser que la historia no ha terminado todavía, tal y como afirmaba Fukuyama.
Pese a que las medidas que se han tomado frente a la crisis tratan de forma contradictoria de renovar el sistema, lo cierto es que este ha quedado totalmente desacreditado.
Con la reciente crisis ha quedado de sobra demostrado que un sistema de mercado no puede funcionar de forma arbitraria, en el que decisiones individuales, y casi siempre guiadas por intereses individuales, puedan tener una repercusión tan grande sobre los demás partícipes de este mercado ya global. Observamos como el intervencionismo de los distintos Estados, en vistas a regular su mercado, y un mercado global -cada vez más dificil de controlar-, es necesario, tal y como ya constató hace casi un siglo John Maynard Keynes. Sin embargo hemos vuelto a caer en el mismo error o en la misma fantasía de que las empresas son capaces de guiar nuestro rumbo en la historia. Sin embargo los cuentos de hadas no existen en nuestra realidad, siendo las empresas verdaderos monstruos capaces de crear y eliminar empleo con una facilidad increible, igual que los bancos, que con inversiones en ocasiones aparentemente fiables, pueden hacernos perder los ahorros de toda una vida. El mercado es creación del hombre, y como tal es imperfecto.
El sistema actual guiado por directivos, que únicamente han de rendir cuentas de sus acciones a sus bolsillos, es ineficaz, e incapaz de asegurarnos un futuro sostenido, a partir de un empleo estable y la garantía de unos ahorros recuperables. Incluso con la actual crisis puede quedar amenazado nuestra única esperanza, un Estado del bienestar que nos garantice unos derechos básicos.
Pero la realidad no invita al optimismo. El neoliberalismo sigue implantado en nuestros sistemas, siendo este el telón de fondo de la lucha contra la crisis. Existen normativas en la Unión Europea que regulan el intervencionismo del Estado en la economía en épocas de recesión. En este contexto parece que habremos de continuar confiando en un desacreditado mercado para la superación de la actual crisis.
Pese a que el fin del neoliberalismo no parece ser algo visible a nuestros ojos, hemos de confiar en ello - al menos si nos preocupamos por nuestro futuro - .
La crisis global que estamos sufriendo demuestra la necesidad de constituir organismos de carácter mundial, que sean efectivos en el control de la economía y de los problemas que nos afectan a todos. Organismos como la ONU, el FMI, el BM deben ser reformados para que sirvan a los intereses de todos los representados, y no solo de un par de actores. Su total democratización forma parte de una de esas medidas. Con una democratización real, los intereses de todos serán los que aparezcan en sus planes, y no una especie de plan de acción dirigido por unos pocos, y con el que el resto del mundo hemos de estar de acuerdo.
Por otra parte, el creciente escepticismo con respecto al sistema, y la más que probable decepción de la gente con respecto a Obama, unido al creciente desempleo, especialmente en una juventud con un desconocimiento total de su futuro puede que deriven en una vuelta de los movimientos revolucionarios, de cambio social, siendo el anarquismo uno de los movimientos que más miembros parece ser que añadirá a sus filas. Lo cierto es que 20 años después de la caída del muro de Berlín, parece ser que la historia no ha terminado todavía, tal y como afirmaba Fukuyama.
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